Los mayas
tenían una religión politeísta, esto significa que creían que había más de 165
dioses, entre los 10 más importante están, Hunab-Ku,
dios creador del mundo y del ser humano quien nunca fue representado en ídolos o imágenes.
Itzam- Na el dios
del cielo, él protegía las ciencias y la escritura, Kinich-Ahau, dios del Sol y dios de la vida
e Ixchel, la diosa
Luna. Protegía los embarazos y nacimientos.
Habían 13 deidades en el Cielo, y 9
en el inframundo, cada uno con su correspondiente nivel. La deificación de
reyes fallecidos y su veneración era una elaborada expresión de culto a los antepasados un tema que con
seguridad permitió continuidad a la religión Maya. Durante las ceremonias, los
sacerdotes se transformaban en dioses, usando alucinógenos u otras substancias para aumentar sus
poderes de adivinación.
Ellos tenían la
creencia de que el hombre es consciente y tiene la misión de venerar y alimentar a los dioses, para
que ellos mantengan la vida y el balance en el cosmos y al árbol sagrado (Ceiba). Éstos conceptos religiosos fueron
la base de un complejo ritual en cual alimentaban a los dioses por medio de
ofrendas, que consistían en olores de flores,
incienso, sabores de alimentos preparados, y sobre todo el espíritu de animales y de hombres que residían en la sangre y el corazón.
Los mayas
practicaron varios tipos de sacrificio, como la decapitación, el flechamiento, la inmersión en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá y la extracción del corazón. Los autosacrificios y
sacrificios se practicaban en las complejas ceremonias religiosas relacionadas
con los periodos calendáricos, que incluían oraciones, procesiones, danzas, cantos,
bailes y representaciones dramáticas. En las fiestas, los
sacerdotes y nobles ingerían bebidas alcohólicas, que se consideraban sagradas, por
preparar al espíritu para el contacto con los
dioses.
Las
mujeres se consideraban impuras, debido a su menstruación, por lo que no se les permitía estar en ciertas ceremonias, Las Vírgenes vestales, en cambio, si podían asistir a los fuegos. Los Sacerdotes eran
muy respetados y parte de la élite y solo eran subordinados
del gobernante que también era el líder político, y tenían ayudantes para las ceremonias. La tarea de
los sacerdotes no era solamente de índole religiosa, ellos estaban
encargados de desarrollar la producción intelectual de la comunidad y
el reservorio obligado de los conocimientos adquiridos sobre ritos, dioses,
astrología, adivinación, profecías, escritura entre otras actividades.
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